México se ha convertido en el país más peligroso del mundo no sólo para los periodistas y activistas de derechos humanos, sino ahora también para los sacerdotes

Comando armado ataca una iglesia: ¿Surge el terrorismo anticristiano?
 cuando la planeación y ejecución de este crimen contra la Iglesia católica no parece realmente tener de fondo un objetivo económico, sino ser parte de acciones de terror y persecución anticristiana, operadas acaso bajo el amparo del poder, ya sea por inacción o por franca complicidad. (BBC)

En definitiva, las autoridades de la Ciudad de México, e incluso el Gobierno federal, deben responder por un comando armado que asaltó la parroquia San Luis Gonzaga, y mantuvo secuestrado al cura Cuauhtémoc Islas y dos de sus ayudantes, en la colonia Reforma Iztaccíhuatl, en Iztacalco, Ciudad de México.

Este tipo de hechos son totalmente inaceptables en una verdadera democracia que respeta y garantiza los derechos humanos. Según testimonios recogidos en el lugar, los hechos ocurrieron así: un comando armado de al menos 12 hombres mantuvo secuestrado al cura y a otras dos personas maniatados y vendados de los ojos, entre cerca de las 8:00 y las 10:00 de la mañana de este miércoles 31 de mayo, mientras rompían y revolvían las instalaciones en una supuesta búsqueda de dinero.

Iban teóricamente en busca de un botín económico, y preguntaban, pistola en mano, por una caja fuerte que no existía, y se fueron al final sólo con el dinero de las limosnas.

En algún momento uno de los criminales puso un arma con silenciador en la cabeza del sacerdote y le preguntó si sabía qué era lo que le apuntaba. El cura dijo que lo sabía. Pero al ser interrogado no reveló nada sobre una caja fuerte simplemente porque ésta era un invento. Los asaltantes metieron una camioneta al atrio y se brincaron además a la casa contigua,  pensando que era parte de las instalaciones del templo, afectando a una familia.

Asalto y secuestro ya de por sí son dos delitos muy graves, que lesionan a todos, y más cuando el afectado es un líder social, religioso. Peor aún, cuando la planeación y ejecución de este crimen contra la Iglesia católica no parece realmente tener de fondo un objetivo económico, sino ser parte de acciones de terror y persecución anticristiana, operadas acaso bajo el amparo del poder, ya sea por inacción o por franca complicidad.

Una fuente de la parroquia nos confirmó personalmente que los delincuentes “eran o colombianos o venezolanos”. Todo ha resultado muy sospechoso. Quieren que la gente tenga miedo de ir a la iglesia, de asistir a misa, y quieren someter a los sacerdotes mediante el pánico.

No caigamos en la ingenuidad: ha surgido el terrorismo anticristiano. Porque, cabe preguntarnos, ¿cuánto cuesta un operativo que implica conseguir uniformes, pasamontañas, armas largas, para 12 personas, tres camionetas, dinero para la gasolina, y un sueldo para cada uno de los asaltantes? Si su “inteligencia” les informaba -erróneamente- que había una caja fuerte, y ésta no existía, y sólo se fueron con muy poco dinero, esto muestra que el móvil no era el dinero, sino atacar, aterrorizar a una autoridad católica, enviar un mensaje.

No podemos permitir que intereses oscuros, anticristianos, violen nuestros derechos humanos, nuestro derecho a la libertad religiosa y la libertad de culto, ni en México, ni en ningún país de Occidente. Tenemos derecho a una vida en paz, con seguridad.

México se ha convertido en el país más peligroso del mundo no sólo para los periodistas y activistas de derechos humanos, sino ahora también para los sacerdotes. En lo que va de esta administración, han sido asesinados nueve padres ya. Hay un clima de terror.

Debemos exigir a las autoridades de la Ciudad de México, a Claudia Sheinbaum, así como al presidente Andrés Manuel López Obrador, garantizar la libertad religiosa, la libertad de expresión, seguridad y una vida en paz, como se los mandata la Constitución. Para eso les pagamos con nuestros impuestos. Si no resuelven, deben irse. Queremos soluciones.

Para nosotros los católicos es tiempo de unidad, no de divisiones, y debemos defender a nuestra religión y a nuestra Iglesia, en una nueva guerra cristera que ya ha comenzado, pero sin armas, con valores, ideas, mediante la educación. Oración y acción, tal como lo ha planteado el Ejército Cristero Internacional.

Debemos tener en cuenta que el cristianismo es la religión más extendida del mundo. Y no parece estar en declive, ya que en los últimos 100 años, sus fieles se han cuadruplicado, pasando de ser 600 millones a más de 2 billones. Esto, de acuerdo a datos de Pew Research.  Entre el mundo de la cristiandad, existe 50,1 % de católicos, 36,7 % de protestantes, y 11,9 % de ortodoxos.

Basta con que todos los cristianos podamos unirnos en la defensa de los valores tradicionales de Occidente para tener éxito, ante los embates del socialismo, del supremacismo progresista, e incluso del satanismo, tan de moda en la farándula y en las marcas de ropa.

Fuente: Panampost

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