Dos personas fueron asesinadas durante un acto religioso. Dentro de la iglesia, un hombre disfrazado disparó contra los feligreses. Hasta que otro hombre, armado, le disparó y mató de un tiro certero. Más rápido de lo que llega la policía, terminó con el miedo de los asistentes y evitó más derramamiento de sangre. Sucedió en Texas, EE.UU. y termina el 2019 con la consigna que más civiles armados significa menos dependencia a las fuerzas del orden del Estado, mayor autonomía y sobre todo más seguridad.
«Siento como si hubiese matado al mal», dijo Jack Wilson, el hombre que evitó un derramamiento de sangre masivo. Sin embargo, dice que no se siente un héroe, simplemente cumplió con su deber.
En respuesta, el teniente gobernador Dan Patrick, dijo: «El heroísmo de hoy no tiene paralelo. El equipo respondió rápidamente y en seis segundos el tiroteo terminó».
Luego de un trágico tiroteo que acabó con la vida de 26 personas dentro de una iglesia, la resolución del gobernador de Texas, Greg Abbott, no fue restringir las armas, sino fomentar su uso para que los ciudadanos puedan defenderse de una agresión. Pues fue nada menos que un plomero, un vecino de la localidad, Stephen Willeford, quien sacó su AR-15 y con dos tiros en el pecho y el abdomen abatió al asesino.
Fuente: PanamPost.com