El presidente ultraderechista perdió una batalla en la cámara alta, que vetó su proyecto de liberalización de la venta y del porte de armas. Jair Bolsonaro espera ahora que los diputados voten a favor de la medida y eviten su caída.
Es una de las principales promesas de campaña de Jair Bolsonaro, pero podría nunca llevarse a cabo. El Senado rechazó el decreto del presidente de Brasil para la flexibilización del porte de armas, lo que supone un duro revés para el mandatario. La palabra final, igualmente, la tendrán los diputados, donde el líder ultraderechista confía en contar con una amplia mayoría.
El excapitán del Ejército ha defendido con vehemencia su idea de suavizar las regulaciones sobre armas para los brasileños, bajo el argumento de la legítima defensa.
“El pueblo debe tener derecho a las armas para defenderse de aquellos que osen quitarles su libertad”, resumió el sábado el presidente. Y este martes 18 de junio, ante los senadores, defendió su visión que se radica en que los “ciudadanos de bien” tengan la posibilidad de comprar armas de fuego y usarlas en caso de que su “patrimonio” se vea amenazado.
No obstante, su intervención no convenció a los integrantes de la cámara alta, que prefirieron, tras casi tres horas de discusión, acatarse al dictamen emitido por su Comisión de Constitución y Justicia (CCJ), que había pedido suspender este polémico decreto. Con 47 votos contra 28, dieron el primer desaire parlamentario a Bolsonaro, que pidió a sus electores “exigir” a sus senadores la aprobación de la medida.
“Bolsonaro dice que las personas tienen que estar armadas hasta por si hubiera un golpe de Estado. Y eso lo decía (el fallecido presidente venezolano, Hugo) Chávez. Es decir, que estamos en una especie de chavismo de derecha”, que tiene “el mismo carácter autoritario, ya sea en Venezuela o en Brasil”, dijo el senador Randolfe Rodrigues, del partido de oposición ‘Rede’.
“¡Los marginales agradecen!”, dijo el hijo del presidente
El mandatario reaccionó en las redes sociales y expresó su deseo de que los diputados, que discutirán el asunto en las próximas semanas, “no sigan al Senado, manteniendo válido nuestro decreto, y respetando al referendo de 2005”, una votación durante la cual los brasileños descartaron con una amplia mayoría la prohibición total de las armas.
“¿Quién deja de tener acceso a armas de fuego con leyes de desarme, el ciudadano que quiere sólo protegerse o el criminal, que, por definición, no sigue las leyes?”, agregó el presidente, “¡El derecho a la legítima defensa no puede seguir siendo violado!”, espetó.
Una respuesta similar tuvo Flavio Bolsonaro, uno de los hijos del jefe del Estado, quien remarcó que “Brasil tiene el récord mundial de homicidios cometidos con armas de fuego”. “Es increíble que algunos todavía defiendan el modelo fallido que nos llevó a esa vergüenza”, aseveró, y agregó que “¡Los marginales agradecen!”.
No es la primera traba institucional que sufre este proyecto emblema del Gobierno de extrema derecha, y el tema seguirá arriba de la agenda política, en un país donde hubo 64.000 homicidios en 2017, la mayor cifra para una nación que no se encuentra en situación de guerra.
Pese a que el caso de Estados Unidos demuestra que la liberalización de las armas no implica una disminución de la mortalidad, Bolsonaro y su equipo intentarán a toda costa hacer culminar su promesa. América es el continente más letal en cuestiones de violencia, y unos estudios demuestran que la intervención social puede resultar mucho más eficaz que cualquier otra medida.
Con AFP y EFE