No deja de ser una apreciación difícil de calificar como afirmación o interrogación

La BBC News / Mundo ha calificado a “la masacre en Texas” como “el tiroteo más mortífero en una escuela primaria desde el ocurrido en la Sandy Hook, en Connecticut, en el cual murieron 20 niños y 6 adultos. La fuente, “Everytown for Gun Safety”.

En un interesante trabajo de Alonso Hernández Pinzón, de la Universidad de Madrid, se reafirma “el carácter constitucional” del derecho de los estadunidenses a portar armas, en virtud de tener su origen en la Segunda Enmienda de “La Ley de Leyes”:

“A well regulated militia, being necessary a free State, the right of the people to keep and bear Arms, shall not be infringed”. Es parte del denominado “Bill of Rights”. Agrega que el debate con respecto a la susodicha “legitimación” ha sido indeleble, lo es y lo seguirá siendo. Por supuesto, mucho más ante brutales hechos, como “los de Texas o Connecticut. “Carnicerías criminales”.

Es “sanctasanctórum” de ciertos grupos y de extrema ansiedad para otros. Es observado —en cuanto a su vigencia respecta— como un triunfo de la Asociación Nacional del Rifle (ANR) y por el ansia de la industria armamentista, la cual pareciera no conformarse con las ganancias que producen las ventas militares. Defiende, también, en aras de ampliar el lucro la venta de armas a la propia ciudadanía. La “Enmienda Segunda” se interpreta y aplica, adicionalmente, como “un derecho forzosamente politizado” y a merced de la integración de la Corte Suprema de Justicia, concretamente, en la inclinación liberal o conservadora de los jueces, lo cual pasa por la selección de los magistrados que haga el presidente de la Nación y la anuencia del Senado.

Es oportuno señalar que jueces de aquilatada preparación como Antonin Scalia y Samuel A. Alito han sentenciado que el derecho a portar armas está totalmente enraizado en los EE. UU. al derivar de Inglaterra. Pareciera, como se comenta, que vino en las bodegas del Mayflower a las costas de Massachusetts. Y en los términos que Lord Richmond defendió en la Cámara de los Lores, por allá en l780.

Lo cierto es que ninguno de los tres poderes ha podido, individualmente o en concurso, resolver “las mortandades criminales” que acontecen. Una especie de contrasentido pasaría por afirmar —como se lee— que “la Segunda Enmienda” sirvió de inspiración para legitimar el porte de armas a Bolivia, Costa Rica, Colombia, Honduras, Nicaragua, Liberia, Guatemala y México. La criminalidad, con la previsión o sin ella, es extrema, por parte de los grupos paramilitares, del narcotráfico y mafiosos.

En “el Norte” los esfuerzos de la Corte Suprema se han apegado a la letra de la norma en McDonald V. ChicagoDistrito de Columbia V. HellerEstados Unidos V. Cruikshank, Estados Unidos V. Miller y en Slaughter-House Cases, corroborando la Segunda Enmienda, inclusive, hasta con un análisis etimológico de cada una de las palabras usadas por el constituyente y en consulta con Boris Johnson, Jason Webster y Guillermo Sheridan, destacados filólogos. Por lo que la enmienda allí y las armas y asesinatos grupales, también, consecuencia o no de lo escrito en “The Bill of Rights”, el 15 de diciembre de 1791. La alarma colectiva es lo que hoy preocupa y desde hace un buen rato.

La incongruencia es que en un país que ocupa una posición relevante en el mundo por su observancia a la Ley, la democracia, la lucha por los derechos humanos y su desarrollo económico y social, se produzcan asesinatos masivos como el que acaba de acontecer en Texas, en el cual murieron niños entre 9 y 10 años, maestras y el autor de un acto tan macabro.

Desde el gobierno es notoria la ambivalencia. El presidente Joe Biden se muestra favorable a la legitimación constitucional a poseer armas, limitándose a estatuir mediante decreto requisitos que han de cumplirse en lo relativo a las llamadas “armas fantasmas” difíciles de detectar por carecer de número de serie y que pueden ensamblarse con un kit en apenas minutos y las cuales se han multiplicado por 10 en 5 años. Con anterioridad se había normado, en aras de dificultar la compra de armamento, estableciendo impuestos atinentes a la posesión de armas. Ambas medidas boicoteadas por la poderosa NRA. La gravedad de la situación queda revelada en criterio de la organización “Gun Violence Archive” por el incremento del número de personas que han muerto por armas de fuego “desde principios de año y en el 2021”.

No pareciera sensato afirmar que la Segunda Enmienda ha de ser eterna y que no pueda modificársele, salvo que Thomas Jefferson hubiese perdido el juicio al afirmar “periodic constitucional amendment was a necessary part of a well-functioning Democracy. Pero, igualmente, James Madison “The constitution must be isolated from the ordinary operation of politics” (Constitutionalism and Democracy, Jon Elster/ Rune Slagstad). A políticos y lobistas ha debido referirse uno de los fundadores.

La venezolana Beatrice Rangel acaba de referirse al libro “La marcha de la demencia”, de Barbara Tuchman, lo cual induce a preguntarle si la defensa de la Segunda Enmienda no es evidencia del “trastorno de la razón”.

El mundo no hay dudas de que cambia, pero en algunos aspectos hacia la locura. El título “La constitución de las armas o las armas en la constitución” no deja de ser una apreciación difícil de calificar como afirmación o interrogación. El lector tiene la palabra.

Fuente: Sistema Integrado digital

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